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lunes, 24 de febrero de 2020

La sinfónica de los andes

Es un documental de Marta Rodríguez, estrenado en el 2020. Esta cineasta es una de las mejores exponentes del cine documental Latinoamericano de denuncia desde los años 60. Su cine siempre es de material político y está al servicio de las poblaciones más oprimidas por el poder económico y estatal, tal como hizo en Chircales (1972).

En este caso, la película cuenta tres historias de dos niños y una niña que murieron en el conflicto armado. Los niños y la niña eran indígenas Nasa del Norte del Cauca. La historia se insertan en las historias de La Violencia de los años 50, el conflicto armado con las guerrillas y muestra dos procesos de paz que han intentando menguar la guerra. Para esto utiliza fotografías de archivo familiar, video e imágenes de los noticieros sobre la muerte de los niños y la niña, extracto de otras películas, ilustración y música.

Comienza con fotografías de archivo familiar sobre las formas de muerte en la época de La Violencia de los años 50 mientras la música andina baja la semántica de terror de las fotografías. Luego empiezan los padres y madres a narrar la pérdida de sus hijos e hija. Son primeros planos que muestran el dolor incomprendido de una vida que se fue de forma absurda y que al Estado no parece importarle. Una señora mayor de edad narra la época de La Violencia y cómo surgió el movimiento indígena al lado del campesino.

La música andina continua acompañando al ritmo del contenido de las historias e imágenes. Luego la ilustración recrea los hechos violentos en los territorios de estas comunidades.  La esperanza surge con la banda sonora de toda la película: una banda musical andina de la comunidad que, es interpretada por los niños y niñas que perdieron a sus vecinos y familiares, crea interpreta canciones que aluden a la memoria de las vidas perdidas para conservar la memoria, resarcir e intenta comprender los hechos violentos.

Asimismo las mujeres mayores narran cómo se realizaron las ocupaciones de tierra de las grandes haciendas de caña de azúcar mientras el estado los reprimía en una larga contienda de varias décadas. Las comunidades han resistido pero los valores y principios por el arraigo al territorio han cambiado y ven con desconfianza los nuevos líderes porque sus visiones y proyectos de vida se ven anclados a las raíces de sus usos y costumbres indígenas y la memoria de lucha por el territorio.

El documental va desde el relato macro de la violencia política en Colombia hasta el relato micro para evidenciar en la vida cotidiana cómo mueren civiles, especialmente niños y niñas indígenas del Cauca. Al final del documental una joven indígena manifestó que este relato de violencia lo viven muchas poblaciones en Colombia, por lo cual invitó a cambiar el ideario de la guerra por la justicia social y económica de las poblaciones más desfavorecidas.

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