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martes, 12 de octubre de 2021

Vagabundear

Tres tristes tigres es una película adaptada y dirigida por Raúl Ruiz, producida en Chile, en 1968. El relato indaga sobre cómo disfrutan la vida Angol, Tito y su hermana Amanda, tres personajes que podrían tener más de cuarenta años. La narración destaca más situaciones que una historia con un conflicto, por lo que se centra en la noche bohemia de un fin de semana de Santiago de Chile a finales de los años sesenta.

Tito llega a Santiago a trabajar con Rudy, un vendedor de autos, pero Tito no consigue los papeles para cerrar un negocio, sino que, el fin de semana, con su hermana Amanda se embriagan, conversan con sus amigos de parranda en bares, burdeles y se hospedan en hoteles de mala muerte.

Se plantea ¿cuál es el sentido de la vida? La respuesta de estos personajes es aprovechar el momento, vivir el instante porque el mañana no existe. Tito y Amanda son unos vividores que se aprovechan de Angol, un profesor que es seducido por Amanda, una bailarina de un club nocturno y prostituta. La película es en blanco y negro con influencia estética de la nueva ola francesa y del realismo italiano. Hay planos secuencia, cámara al hombro y cámara en mano que muestran las peleas, las conversaciones en los burdeles, la calle, el baño y el apartamento de Rudy. Este uso de la cámara con movimientos inestables y constantes significan los momentos efímeros y vertiginosos de los personajes.


Algunas escenas son acompañadas por boleros extradiegéticos —no hacen parte de la historia— y diegéticos —hacen parte de la historia— que remarcan la sensación de personajes perdidos, vagabundos, románticos y errantes. Esta música fue hecha por Waldo Rojas, Ramón Aguilera y Tomás Lefever. Ramón Aguilera sacó el disco “Raúl Aguilera canta tres tristes tigres” que incluía los boleros que suenan en la película.

Hace uso del archivo fotográfico, el cual muestra momentos de las bailarinas de los prostíbulos junto a sus clientes, así como de los retratos de Rudy, el negociante de automóviles. Por otro parte, la escenografía de un bar provoca un discurso delirante entre los amigos de parranda, en la que uno de ellos narra microhistorias que ve a través de las botellas de alcohol.

Es una película que invita al espectador a vivir la narración audiovisual con un lenguaje estético entre documental y ficción, así como exige una atención constante al dialecto chileno que no es tan comprensible a espectadores de otros países hispanos. Es una película restaurada del cine chileno que está
disponible hasta mediados de septiembre de 2021, en la página web El Centro Cultural La Moneda.

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