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viernes, 31 de mayo de 2019

Ratón

Hoy, en la mañana, leí una entrada de este blog del año 2016. Me iluminó y me encantó ir recordando las palabras de aquella mañana. Me gustaron los detalles sobre cómo describí la lluvia, las personas y lo que pasó en el recorrido a nuestro nuevo hábitat.

Hoy, salí a medio día y coincidió con aquel día por un fuerte aguacero. Fue chistoso ver llover a cantaros a metros míos mientras las nubes se iban corriendo o descargando líquido -antes condensado en vapor-. Llegué a una puerta. Me coloqué la capa. Llegué al semáforo. Esperé en el andén mientras cambiaba a color rojo. Pasé con una fuerte lluvia. Caminé un poco. Temí mojarme los pies. Esperé. Recibí una llamada de una amiga. También esperaba en un andén. Ya era la hora de la cita.

Seguí caminando. Volví a resguardarme en un andén. Una rata pequeña salió de la alcantarilla. Caminó alrededor de un cuadro de cemento. Quería protegerse. Era de color negro y blanco. Se limpiaba la cara con las manos. Caminaba rápido. La gente que pasó no la percibió mientras yo la seguía mirando. Estaba huyendo del frío y del agua.

Llovía fuerte. Escampó. Continué la caminata. Llegué al Parkway. Volvió a llover fuerte. Esperé entre dos árboles. Volví a otro andén. Seguí entre la lluvia. Volví a esperar en otro anden. Vi llover mucho, mucho. Un chico y una chica joven esperaban mientras conversaban. Mermó la lluvia y me fui a mi invitación a almorzar pollo asado.

Me alegra mucho que los días se repitan. Que esta entrada se repite. Varias entradas tienen lluvia. Me encantan la vida cotidiana. Siento que vivo la vida cuando escribo lo que me pasa. Gracias repetición infinita. Se acabará esta repetición cuando me muera, lo cual puede ser pronto, más tarde, mañana y de seguro algún día. Pero la lluvia continuará iluminando la vida.

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