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martes, 21 de mayo de 2019

No home movie

Película de Chantal Akerman fue estrenada en el 2015. Ella se suicidó tres meses después. Quería ver esta película hace mucho tiempo. Esperé a que la pasaran en la Cinemateca Distrial, el Cine Club o en Cine Colombia. Bueno. Llegó por el cine club Kinestesia de la Universidad Nacional de Colombia. Con tantos eventos hoy: poesía lésbica en los Andes, Hitchcock en el Cine Club, era mejor ver No home movie. Y no fui a mi clase de redacción y ortografía. Me la perdí por mi amada, adorada, directora, cineasta, feminista -aunque nunca se consideró feminista y rechazó este término-: Chantal Akerman.

No home movie es sobre la relación cotidiana entre una madre y una hija en la senectud de la vida. La cámara está  fija desde el primer plano, un paisaje desértico. Desde la esquina inferior derecha muestra una planta con sus ramas agitadas por el viento durante un par de minutos. Luego la cámara se va para Bruselas a la casa de Chantal a mirar la intimidad de la madre desde los marcos de las puertas para mostrarnos el mundo cotidiano que transcurre en la cocina, la sala, las ventanas.

La madre de Chantal habla con ella por skype. Hablan en la cocina en Bruselas. Se escucha el ruido de los carros. Hablan del pasado. A veces la madre y las voces están fuera de cuadro o voces en off. Pero como espectadores sabemos que es Chantal o la madre. Pero la cámara busca que la madre vuelva al centro del plano, y nos cuente sus movimientos, sus pensamientos y el cuerpo se muestre vivaz y luego decaído.

La madre y la hija viven la cotidianidad. El amor materno no quiere dejarse filmar, pero Chantal responde a su madre que ella lo filma todo y es su manera de mostrar que en el mundo se está cerca de los seres queridos. Son objeto de mirada, amor, atención. Conversaciones en las que se dan un pequeño saludo. Chantal juega con la cámara y desenfoca el rostro de su madre. Quiere penetrar el más pequeño pixel de la imagen para capturar lo que su madre representa.

Aquí la cámara deja de ser fija, empieza a perseguir los espacios de la madre, los espacios que habita: la cocina, la sala, la habitación, el baño, el interior, el exterior, la calle. La casa es un espacio que se habita de muchas formas. Las conversaciones durante las comidas son muy importantes. Especialmente la cocina me recuerda Saute ma ville (1968). Cuando hablan sobre las propiedades nutritivas de las papas cita a Jeanne Dielman, 23 Quai du Commerce, 1980 Bruxelles (1973). Está película no sé si cierra el ciclo de la obra de Chantal. Siento que nos hace un regalo maravilloso al mostranos su intimidad con su madre, los reproches y afectos que se tienen. Se dicen palabras lindas sobre su aspecto físico.

El montaje es increíble porque logra hacer una línea argumental sobre los últimos años de su madre. Mezcla imágenes de la casa materna, de la calle, el parque, espacios que habita Chantal y del paisaje de Israel. En algún momento muestra un cultivo de cebada o de trigo. Eso me pareció bellísimo y raro.

Me hizo sentir voyerista. Hace evidente que el espectador es voyerista. Le muestra la cámara filmando. La madre se siente observada por ese ojo vigilante y expresa que no le dirá todo lo que le quisiera decir porque todo el mundo lo sabrá. Al final la madre ya no cuenta historias, solo su cuerpo está presente pero su mente prefiere dormir. Su habla ya es queda y no desea contar nada. Su estado de salud se deteriora hasta que al final la casa ya está vacía.

Parece que la casa fuese un espacio femenino. El padre y el abuelo ya no están, hacen parte de historias. No hay un esposo o hijos que continúen la historia. Silvana es la otra hija. Y la persona de la limpieza es una mujer latinoamericana que habla español. Los espacios están iluminados al principio y al final hay más planos oscuros. Se cierra la cortina y se finaliza con un paisaje desértico de Israel.

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