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miércoles, 2 de enero de 2019

2 de enero 2019

Hoy es el segundo día del año 2019. Llegué a casa a las 6 de la mañana. Tenía un dolor abdominal bajo y había sentido que algo se me salió de la vagina y manchó los calzones. Me llegó la menstruación. Había una fila larga, muy larga, en el terminal para coger el taxi. Salí a la calle a las 5:20 a.m. y fui a buscar el bus o el transmilenio.  El señor del bus no me cobró el pasaje y me di cuenta hasta en la casa. Me dio cinco (5) billetes de dos mil pesos. Cuando ya iba a coger el transmilenio, la buseta me recogió.

Tuve una semana y media de dolor, cansancio, gripa y depresión. No terminé bien el año. Los sentimientos de tristeza me embargaron. Terminé con una amistad de un año. Hablé por teléfono por horas durante dos semanas con una chica; al final todo acabó cuando me conoció, me dijo que yo era impertinente, grosera, abusiva y pasaba por encima de las personas. Con esa percepción no puedo hacer una amistad. Fue triste. Acosé a otra chica, de la cual no sabré nunca más. Lo más triste, se murió mi tío. Traía sus naranjas al mercado y maíz. Un trágico accidente acabó con su vida. Pensé leer un libro y no lo logré: La niña perdida.

Sigo con un sin sabor en mi vida. O mejor, con un sabor agridulce. Tengo momentos dulces y en los que no me siento cómoda conmigo misma. No logro presentarme a una universidad y hacer lo de cine. A penas la pereza me alcanza y me domina como ninguna otra de las pretensiones de mi vida. Voy a intentar leer por hoy. Solo me he tomado un chocolate con una mogolla. Voy a hacer una pasta con berenjena. Puede que eso me reanime.

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