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domingo, 7 de octubre de 2018

Carta para yo

Querida Alba, te hablo desde el 7 de octubre de 2018 para el 2 de julio de 2017. Este día conociste a Lucía. Escuhaste. La viste. Te miró. Te besó. Te invitó. Se dejo llevar por tu deseo. Y tu deseo no sabía cómo responder después que la tuviste en tu piel. No pudiste dormir. No lo podías creer. Porque ese cuadro de la cebada implicaba un campo dorado. Una fortuna. Y ese otro cuadro una mujer de espaldas en un café. Esas dos escenas no las entendiste. Fueron un torbellino. Esa luz. Esa ventana. Esas palabras de conseguiré un lugar para que nos veamos cómo sea se disiparon como gases volátiles. Se fueron las palabras y el deseo se mantuvo para que hoy siguieras pensando en ella. Ella fue una obsesión que hoy se apaga con los deberes cotidianos. Hoy se apaga con la escritura y lavar la ropa. Hoy un café bebe esos sin sabores. Hoy la lluvia bota esa agua ácida que muestra los cerros de Monserrate y Guadalupe más claros. Hoy el deseo se va apagando. Porque la vida es así. Es una respuesta vaga que jamás entenderás pero es la más práctica para los enredos sentimentales. Un beso, mi querida Alba.

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