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sábado, 2 de junio de 2018

Bostezo

Estoy volviendo al instinto. Debo retomar lo animal que soy. La semana pasada estuve en mi segunda toma de yagé. Me dije mentalmente que quería vomitar la verborrea que me asalta en todas las conversaciones y no dejo hablar a las personas.

-¡Vomita! Vomita. Vomita toda esa palabrería. ¡Cállate ya! de una buena vez.

Sentí en una de esas arcadas que era un león hambriento de pereza, letargo, lentitud y, sobre todo, bostezo. Bostecé como nunca. En teatro me era difícil bostezar para recuperar la respiración instintiva. Esta vez fue sonoro y con todo el placer del mundo. Fue música para mis oídos. Para otros fue chistoso o incómodo.

¡Qué remedio! Estaba súper fuerte. Solo pensé en ella. Como dice la canción: su fotografía mirarte. Era una foto en primer plano que no se baja de mi mente. Me colapsaba. Me incomodaba. Me hacía larga la noche. Esa renovación va lenta pero segura. Alguna vez, como un viento rapaz, vi el apartamento con su papel de colgadura. Ojalá pueda vivir allí, por lo menos un año. Cruzando los dedos para que las diosas me envíen toda su protección a este proyecto de renovación y cambio para una casa digna que me merezco. Como dice Dani, ¡ya, no se pobreteé más!

Humo. Si, humo. Quería incienso. O tal vez un nuevo aire que me renovara. Siento que estoy en permanente cambio. Descubrirme lesbiana hace un año. Nombrarme sin pena, ni reparo me hace sentirme política. Políticamente correcta no. Me hace sentir que estoy donde debo estar. En el lugar  donde siempre estamos luchando desde el conocimiento y la pasión por una humanidad, solidaridad y amor.

Ha sido una semana en la cual la energía primero fue de levedad. Pero luego vino la contrariedad familiar sobre mi rito de yagé. Me juzgan como una drogadicta. Una desperdiciada. Pero afortunadamente ya tengo bien plantada mis raíces para creer en mi, sin poner cuidado, sino solo un enfado y malhumorados días, mientras los siguientes días volvieron a hacer como antes: yo.

El trabajo ha estado voltajudo. Enredos. Malditos o benditos enredos. ¡Qué venga ya el huracán! para destruir y crear un nuevo día. Las telenovelas también se crean y se fantasean en narraciones que destruyen o colocan al otro en advertencia frente al otro. Esperamos salir bien libradas de esta. Un llamado a la sensatez y a la serenidad. Un poco de sen. Debo retomar mis cinco (5) minutos diarios de respiración para hacer más ligero el día y la mente.

Movimiento. Me he movido solo un día. Fueron 7 kilómetros aproximadamente. Cuando ya voy en la  carrera 13 con calle 53, las piernas comienzan a no sentirse, pero la cabeza sigue de frente. Eso. De Frente. Sigo mi camino y llego feliz. Aunque me siento cansada siento energía. Mi hermano dice que el ejercicio produce reacciones químicas. ¡Qué venga ya esa química a estabilizarme! Esta semana he querido pararme de manos y no lo he hecho. A voltear este mundo. ¡Qué viva mi vida patas arriba! jajaja qué felicidad sentirme feliz con pequeñas acciones, pequeños cariños y mimos a mi misma.

A veces la carne se desprende. Pero ahora se aferra así la piel se caiga todos los días. La confianza es pequeña pero ahí está. No se ha ido del todo. O sino patalearé como en la piscina y pediré el palo para no ahogarme. Esto bien lo sabe MaE. Chapucearé en el agua. Pero aquí estoy. Aquí me tengo hoy. Me hallo con lentitud. Ahí voy. Ahí voy pensando en ti. Diciéndote que te quiero robar un beso, sintiéndote más lejana: mi blanca musa de la noche.

Queridas lectoras: no las he abandonado. Gracias por leerme y sostenerme en estas narraciones. De pronto, puede haber algún lector. Para ti también gracias, por dejarse descubrir a través de la fragilidad de esta mujer.

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