-¡Dígame!, ¿de dónde es usted? Cómo viene aquí a hablarle a la gente sin saber su contexto, su historia, su lucha en el conflicto armado. ¿Qué es una trabajadora social?, ¿cuál es la formación profesional que reciben hoy?... ¡Cómo se atreve a hablarle a las comunidades así...!
-Mi ética profesional y mis datos personales no son alcance de esta reunión. Con mucho gusto al finalizar la reunión, de manera personal, puedo responderle esa pregunta.
(finalizada la reunión)
-Y, usted, ¿de dónde es?
-De Boyacá.
-Somos paisanas. Y me siento como un demonio. Con eso entenderá todo.
***
-Mi profe querida. La respuesta real es que la pena no me dejó. La bobada. Ya me da pena acercarme y ¿qué le digo?, que sigo como el fracaso. Apenas me complazco yendo a sus eventos y teniendo la fortuna de escuchar tan agudas investigaciones sobre cine colombiano. (Por lo visto, alcanzó a ver mi cabeza rapada desde su silla de conferenciante)
***
-¡Esto no tiene sentido!
-Pero qué dice Alba. Cálmese. No se atormente. Igual el trabajo toca hacerlo. No lo vea así. Distráigase y ya verá que haciéndolo es la única manera de manejar la presión.
-No puede ser que la vida sea solo trabajo. Debo tener vida propia. Debemos tener vida propia.
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