Soy mi propio enemigo. Batallo con sentimientos de tristeza, desprecio o poco valor hacia mí. Antes me daba pena reconocer que soy depresiva, tengo baja autoestima, inseguridad, no creo en mí, etc. Hoy lo digo sin culpa o remordimiento pero eso me hace daño. Siento que me masacro. Tengo un perverso gusto con la autodestrucción, masoquismo o sufrimiento judeocristiano.
¡Qué batalla! Debo cambiar eso. Volveré a teatro. Hoy una linda conversación con los de inglés me distrajo del cansancio y agotamiento físico y emocional.
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