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jueves, 12 de enero de 2017

A cuatro mil

Volví al Nevado del Tolima. Había pensado titular esta entrada así: "A cuatro mil".  Porque esa era la meta. Llegar hasta 4.000 metros de altura sobre el nivel del mar (m.s.n.m.).  Esta vez compré los morrales y presté la carpa, sleeping y linternas. Tomé la decisión dos semanas antes de viajar. Pensé: ¿será que lo hago o no lo hago?, ¡me costará más de un millón! Hum... ¿Qué hago? Al final sin pensarlo el viaje me llamó. Fui con F.

Esta vez los morrales fueron más livianos. La comida fueron vegetales y frutas, pan, maní, masmelos y unas barras energéticas de ajonjolí. Poca ropa. Nos fuimos el viernes 16 de diciembre de 2016. A las 3 de la tarde salimos en un bus escolar con capacidad para 28 pasajeros.  En Chinauta pararon a comer. Allí compré unos plátanos fritos por mil pesos y me comí una mazorca cocida que llevé de merienda. A Ibagué llegamos como a las 8 de la noche. Compré agua, unas papas y volví a ver a David y Leo, los mejores guías y los mismos del 2015.

Salimos como a las 10 u 11 de la noche, no recuerdo bien. Llegamos al Silencio y empezamos un recorrido a la 1 de la mañana. Listos y preparados partimos la caminata nocturna para llegar hasta El Rancho. Pasamos un río. El agua estaba muy fría. También pasamos por un puente de guada que me dio miedo pisar. Llegamos como a las 2 de la mañana. Montamos la carpa y a dormir. Fuimos felices porque pudimos montar bien la carpa. Casi no concilio el sueño.

Nos despertamos a las 6 de la mañana. Preparamos aguapanela y comimos con pan. F jugó con un perro y sus amigos y amigas nos visitaban. Estuvimos retirados de los demás como unos outsiders. Salimos para el campamento hasta las 10 de la mañana. Tomaron la decisión de que las mujeres fuéramos primero en el camino. Hubo una señora muy lenta que peleaba por todo. Eso retrasó mucho el paso y duramos mucho tiempo en llegar a la cascada.

Allí tomaron la decisión de que un grupo fuera más rápido y los otros más lento. Llovía. Nos mojamos. Paramos a almorzar. Comimos zanahorias, hongos, pan, aguacate. Tomamos agua y continuamos. Pasamos Lajas, Tierra de Gigantes y llegamos al último punto donde se toma el agua. Pasó la lluvia. Tenía miedo de que siguiera lloviendo porque no tenía más ropa y eso era grave. No llevé el impermeable.

Le ayudamos a Tatiana y Fernanda. En la primera parte del camino, Raíces, yo les empujaba el trasero para que subieran. ¡Si que es grande! Las chicas no me dijeron nada pero me aproveché del momento para cogerles las nalgas. Le dije a F que le ayudará a Tatiana. En Tierra de Gigantes F decidió tomar la maleta de Tatiana y cargarla y que ella llevará la de F. Yo mientras tanto en el camino les di agua y comida. Los caminantes que iban  cerca cargaban agua pero no la tomaban, eso me parecía estúpido, porque cargar peso desgasta resto.

Cargue el agua necesaria para F y yo. En el lugar de La Cuva descansamos un poquito. Allí tomaron la decisión de acampar a 4.200 m.s.n.m. los que subirían al nevado. Rápidamente los más fuertes salieron. Yo me quedé atrás con Diana y Paula. Ellas resultaron ser muy lentas. Ya estaban reventadas por su físico, rodillas, cansancio, peso, etc. Así que las animaba. Les di hojas de coca, avío y agua. Les decía  "vamos, ustedes pueden". En un momento preguntaron si yo subiría, grité que si pero que iba arriando a las chicas. Fui muy atrevida. Lo que debí decir era que las iba acompañando. ¡Qué atrevida!

Diana no pudo continuar y nos pasaron el papá de Yagio, don Carlos y Jorge. Le pedía a Carlos que se llevará a Paula y yo me quedaba con Diana. Diana creía que iban a recogerle el morral. Pero menos mal Jorge le dijo que mejor fuera subiendo así fuera despacio. Buena decisión porque realmente nadie bajaría a ayudarla.

Llegó la noche y con linterna llegamos a nuestro campamento. F ya había extendido parte de la carpa, yo tenía otra parte. La armamos. Fuimos muy felices porque nos quedó bien armada. Además llegamos a nuestro objetivo, a 4.000 metros de altura sobre el nivel del mar. Los y las montañistas veteranxs y caminantes fuertes dirán que eso no es nada, pero ese era nuestro objetivo. Cocinamos aguapanela y compartimos con Leonel y Diana. Luego intentamos dormir. Yo casi no dormí.

Hizo mucho frío durante la noche. Sentí mucho frío en las piernas. Me acomodé de muchas maneras pero dormí por ratos. La carpa amaneció con hielo o escarcha. Amaneció y vimos el nevado. Parecía un helado de vainilla, ¡lindo! Desayunamos avena y pan.  Paseamos un rato. Miré los frailejones, el páramos y las nubes. Te sientes en el cielo. Has subido una montaña indómita. A mi me parece difícil.

Fuimos con F al campamento de los que subirían a la cumbre del nevado. Allí nos topamos con Carlos y otros que no subieron. Nos enteramos que el grupo andaba incomunicado y un grupo se había ido con Jorge, el líder, pero realmente el no sabe dirigir el grupo. Así que Leonel se fue a buscarlos. Además que los guías estaban con una pareja que caminaba muy lento porque la señora era muy fastidiosa y el novio cargaba una maleta que parecía "pagando una penitencia", dijo David.

Yo me fui con Leonel hasta 4.700 m.s.n.m. Este sitio se llama Latas porque allí cayó un avión y quedaron sus latas.  Este lugar me pareció un cementerio. Tenía varias placas de muertos. Tal nació tal día y murió tal día, lo quieren sus amigos x, y, etc. Leonel me dijo que me devolviera y él subiría por los demás. Bajé despacio. Casi me pierdo al empezar los frailejones. Llamé a grito herido a F y no me contestó. Decidí volver al lugar antes de empezar el frailejon. Reconocí un lugar de campamento. Fui allí y encontré el camino. No vi hombres de piedra que son los guías del camino.

Bajé por fin. Fui a nuestro campamento y allí encontré a F, y Carlos. Llegó la pareja y David. David convenció a Diana de que podía subir a la cumbre. David dijo que le daría pastillas para el dolor de rodillas y que ella subiría. Luego fuimos con F a el campamento a 4.200 m.s.n.m. Buscamos a Carlos. Casi que no puedo volver a subir. Me costó mucho respirar y el físico no me dio. Cuando llegué me empezó a doler la cabeza y me dio náuseas. Carlos nos regaló sal y pasta porque dijo que era falta de comida de sal, y como solo habíamos comido verduras y frutas. Necesitábamos sal.

Regresamos. Hicimos una changua. Encontré en el suelo un pedazo de cebolla larga. Esta se fue a la olla y esta changua negra nos revitalizó. Luego hicimos la sopa de pasta y fue levanta muertos. Nos reparó muchísimo. Ya teníamos energía. Almorzamos hongos, pan, pepino cohombro, manzana, granadilla. Hicimos gelatina. Discutimos que el grupo estaba dividido y que no había liderazgo. Intentamos dormir. Pero no dormimos. Al anochecer hicimos aguapanela y gelatina. Comimos y nos acostamos a dormir. Yo me puse los brazos de la chaqueta en las piernas. Fue buena estrategia. Pero F dijo que no durmió.

El día lunes nos levantamos temprano y no queríamos ayudar a nadie. Los que habían presentado como líderes de cordada se habían ido en la tarde del domingo 18 de diciembre de 2016. Así que no le veíamos pies ni cabeza a ese grupo despelotado. Yo no creía que Diana fuera a subir a cumbre porque las rodillas no la dejaban caminar. Pero David se la llevó y convenció a otra parte del grupo del campamento de 4.200 m.s.n.m. y se los llevó hasta Latas el domingo para hacer cumbre el lunes.

Empacamos rápido la carpa porque no queríamos irnos con Jorge. Nos fuimos F y yo. Bajamos. Yo era la lenta y F era muy rápido. No teníamos ya comida. Así que teníamos que bajar. Los morrales eran más livianos. Fuimos al golpe reconociendo el camino y discutiendo que Leonel subía con los más fuertes, David con los más débiles y que Jorge era muy fastidioso. Nos vinimos como a las 8:30 a.m. y llegamos a las 11:50 a.m al Rancho. Gastamos tres horas y media. Llegamos y Diego nos regaló almuerzo. Nos dio sardina, atún y papás fritas. Teníamos mucha hambre. Fue raro porque Diego era muy celoso con su comida y no le daba a nadie pero el nos dio el almuerzo el lunes 19 de diciembre de 2016.

Nos fuimos pa termales. Allí estuvimos hasta que nos quemamos. Luego en la tarde cayó un aguacero terrible. Menos mal nos habíamos venido temprano. Don Orlando es el que cuida el Rancho. El nos vendió aguapanela con queso. Llegaron unos jóvenes de la Universidad Distrital (UD).  Don Orlando nos dejó cocinar un arroz con leña. Yo prendí la candela y luego llegó un joven de la UD a prender el fuego. Yo le dije que yo se la prendía. El no quería. Me apaga el fuego que encendía. Soplaba y no le daban los pulmones. Yo lo regañé y peleé con él porque no me dejaba prender la candela.

Mientras tanto Don Orlando era un personaje que estaba muy presto a colaborase al visitante. Apareció con un gas para que lo usará. Me regaló café y me dejó cocinar con leña. El estuvo furioso cuando una perra que llamamos Costillas se cagó en el patio y dijo que era una gonorrea, hija de puta que iba envenenar con paration y a todos los perros que llegaban al Rancho.

Yo me di cuenta que era muy habladora. Que hablaba cosas negativas que disuadían al grupo. Y que Carlos era muy tranquilo y parecía un personaje zen. Disfrutaba todo: lluvia, calor, hambre, frío y a todas las personas. Así que me dejo de enseñanza no hablar mal de nadie y disfrutar el momento.

Un grupo llegó como a las cinco y media de la tarde. Fueron a termales. Luego llegó Yagio. Emprendimos caminata nocturna para El Silencio como a las 6 y media o 7 de la noche. Pasé el río con los zapatos. Nos perdimos por varios momentos y al final un grupo que estaba acampando nos indicó el camino. Llegamos al bus. Nos pidieron más dinero para darle al conductor y así él esperará hasta las 12 de la noche a los otros caminantes. Nos dimos cuenta que robaron el bus cuando la gente empezó a buscar sus pertenencias como celulares y no los hallaron. Los caminantes llegaron pasadas las 10 de la noche, luego llegó otro grupo y mientras nos acomodamos fueron las 12 de la noche.

Lo sorprendente es que David si subió a los débiles a la cumbre del nevado del Tolima. Subió a los que no habían mostrado físico para subir la montaña. Subió a Diana, la pareja que fastidiaba, un chico de aspecto asiático y otros chicos. Definitivamente este hombres es un líder. Tiene un poder de convencimiento y persuasión increíble.

Partimos a media noche súper cansados para Bogotá. El bus paró en Melgar. Hacía mucho calor cuando me desperté y me di cuenta que estábamos parqueados como a la 5 y media de la mañana del martes 20 de diciembre de 2016. Llegamos a las 9 o 10 de la mañana a la casa. Queríamos morirnos del cansancio. Parecíamos zombis. Fue espectacular esla caminata porque nos dejo como muertos vivientes. Te vacía la cabeza. No piensas en nada.

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