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lunes, 31 de octubre de 2016

Pobre

Mi situación de clase social o económica me ha marcado toda la vida. Nací en una familia de clase baja, de padres campesinos. A pesar de que soy profesional, mi situación económica solo ha cambiado un poco, a penas para mejorar algunas cosas, como no ser empleada doméstica o sirvienta, porque es un trabajo que denigraré toda la vida, odio y desteto con todas las fuerzas de mi alma.

Cuando era adolescente fui sirvienta en la familia de una profesora. Trabajé limpiado la casa y arreglando la ropa los fines de semana. En una ocasión, por tres meses de trabajo me pagaron como 20 mil pesos. En ese momento no reclamé sino que acepté sumisamente. No recuerdo ni cuanto valía mi día de trabajo.

Luego en la universidad fui empleada doméstica de dos muchachos del pueblo de donde provengo. Los maltratos y el silencio reinan en el autoritarismo feudal de una familia de clase media. Tenía que hacer de comer así tuviera las manos acaloradas porque había planchado la ropa.

Durante cuatro años que estuve allí, jamás me subieron al pago ni un miserable peso. Gané veinte mil pesos por limpiar el apartamento y hacer de comer. Esos 20 mil eran semanales. No gané ni la comida, pero si ganaba el hospedaje a un alto precio. Ser el objeto de servidumbre disponible para los patrones. Patrones que eran muchachos con mi misma edad, procedencia y colegio pero de distinta clase social.

La madre de estos muchachos le dijo a mi mamá que me tenía en su apartamento como sirvienta porque estaba haciendo una obra de caridad. Me dolió mucho que mi trabajo no valiera nada, sino era una expiación de pecados para ganar su alma en el cielo.

Siempre me duele cuando escucho a compañeras profesionales del trabajo que dicen que la empleada es una ladrona, aprovechada, que no valora el almuerzo o el vestido viejo que les regalan, que las demandan por reclamar una miserable seguridad social. Estudié, en parte, una maestría en estudios de género para comprender esta situación, la cual emocionalmente no sano todavía. Además ser sirvienta sigue siendo un oficio vergonzante y menos preciado por la sociedad.

En la universidad intenté salirme de ese apartamento que me asfixiaba, me sentía basura. Pero no tuve la suerte de encontrar un fiador de finca raíz para poder obtener un préstamo en la universidad, y con este dinero pagar el arriendo en residencias universitarias. Mis compañeros de estudio, pensaban que yo no quería salirme de allá pero realmente no tenía los medios económicos para pagar un arriendo en Bogotá.

Hoy en día necesito fiadores de finca raíz y solventes y una certificación de ingresos laborales para arrendar un apartamento. Un amigo me hizo el favor de ser fiador solvente, pero se encuentra sin trabajo. La señora de la lavandería le hizo el favor a mi hermana de fiarnos con su casa que tiene en Suba (Bogotá)  pero su propiedad es patrimonio familiar. No cuento con certificado de ingresos porque me quedé sin trabajo.

He buscado falsificadores, he dicho la verdad, he buscado en mis contactos y amistades, y nada ha dado resultado. Se aproxima la fecha de entregar el apartamento y tengo que irme para un cupo universitario o habitación. Tengo el dinero para pagar el arriendo para mi familia pero no tengo los putos papeles o requisitos.

Hoy mi verdad económica me acorrala. Soy una desempleada feliz pero sin medios para mostrarle a esta sociedad que soy una persona honrada, muy ordenada con el dinero, pago puntual mis obligaciones y no me gusta tener deudas. Pero confiar en alguien que no tiene como mostrarlo es muy difícil.






viernes, 28 de octubre de 2016

Monja

Estaba en la IPS o Institución Prestadora de Salud de Sanitas, haciendo fila para un examen de sangre. Hay una fila para los normales mortales y otra para menores de cinco años, discapacitados, embarazadas y personas mayores de 60 años, aunque en realidad parecía la fila de viejos y viejas.

Una monja estaba en la fila de la población vieja. Se dio cuenta que un viejo se coló en la fila. Inmediatamente reclamó. Pero después otra vieja, dijo refunfuñando: "si eso es de una moja, ¡qué se espera de los demás!" Yo contaminada por la emoción, dije, "toca reclamar si el señor se coló de la fila, porque esta cultura del avispado nos tiene jodidos, por eso tanta corrupción". Un señor y una señora, hicieron eco de mi comentario y dijeron "claro, claro por eso estamos así". Pero después la funcionaria, aclaró que el señor había hecho la fila desde las seis (6) de la mañana.

Después me senté y seguí observando a la monja. Tenía el ruedo de la camisola más salido del vestido. La camisola es una bata de seda o de otra tela que se coloca debajo de los vestidos. Se le acercó a un bebé y le cogió el zapato. Lo balanceó de un lado para otro, mientras le hacía caritas, y le decía "ñe, ñe ña, ña, ño.." y exageraba sus arrugas faciales. Le preguntó a la mamá la edad del bebé. Dijo que ocho meses. La monja se sentó en otra hilera y le seguía haciendo muecas al bebé.

Después miré de frente a la monja y tenía una parte del cuello de su saco levantado. Era rara esta moja. Ellas suelen ser muy cuidadosas con su apariencia personal. Ella llevaba un carriel o cartera café de cuero, gafas y una sandalias. No tenía medias veladas. Era gorda. Se notaba que tenía retención de líquidos porque tenía hinchadas las piernas y los pies. Se desplazaba con un bordón. Estaba sola.

Cuellos

En la calle 72 con carrera 14, esta un vendedor, indígena, ecuatoriano. Su nacionalidad la supongo, puede ser colombiano. Es joven. Le pongo 25 años. Tiene el cabello largo y se hace una cola. A veces se coloca una cachucha negra. Trabaja vendiendo cuellos a cinco mil y vestidos para mujeres a diez mil. Ya lo he visto varias veces en el paradero.

La primera vez que lo escuché le entendí como "quellos a mil, quellos a mil...". Ya eran como las ocho y media de la noche y parecía que no había vendido nada. Una señora que es de la Calera, se conmovió del muchacho y fue y le compró un cuello. Ella dijo que los cuellos son a quince mil, y él los deja a cinco mil. También dijo que le ha comprado varios cuellos.

Ustedes dirán ¿qué son cuellos? Los cuellos son bufandas en forma de círculo, las cuales se les da una vuelta o se tuercen y se colocan en el cuello. Son de colores mostaza, azul, negro, blanco, morado, jaspeado, amarillo, verde, gris, etc. A veces he pensado en comprarme un cuello, pero yo realmente no los uso. Lo he pensado, por ayudarle al joven o por trabar alguna palabra con él.

Me gusta mirarlo. Me gusta ver cómo saca los cuellos, los extiende y los uniforma en hileras. Ayer colocó el plástico, primero. Luego sacó los vestidos y, por último, los cuellos. Empezó a gritar: "cuellos a cinco mil; vestidos a diez mil." Las veces que lo he visto, solo una persona le ha comprado. Mientras él, como un ritual, saca y saca cuellos de ese costal que parece mágico. Las chicas a veces voltean a mirar, después de pasar por el puesto, al escuchar tan bajo precio. Yo me pregunto ¿quién hace estos cuellos tan baratos?

Tennis

Compré unos tennis hace unos días. Me hacen feliz. Son suaves, cómodos, livianos. Esa será la compra de mi antiguo trabajo y lo que me quedará de recuerdo. Ojalá no se desbaraten y me hagan quedar como un culo.

martes, 25 de octubre de 2016

Sin nada que decir

Hace rato que no escribo y no sé que escribir. Hay que darle color a la vida y que mejor que el cine. Así que últimamente escribo resúmenes de lo que vi. No son críticas. Son impresiones o lo que me acuerdo y vuelvo a contar para tener un registro para mi memoria desmemoriada.

Pariente. Película de Iván Gaona. La música es de Edson Velandia, el músico favorito de Fabián. Estrenada en 2016. Es una película santandereana que abre con un plano de detalle, muestra un casette de música de los año 90. Esto marca la música como un actor o actriz fundamental del largometraje. Historias románticas cuentan esas canciones en medio de hombres rudos del campo, quienes entregan el dinero de la vacuna o extorsión a los hombres malos, en el 2005, en Guepsa, Santander.

Como en toda película de acción hay hombres buenos y hombres malos. Pero aquí los buenos a veces hacen de malos y los malos a veces hacen de buenos. También hay mujeres que son buenas y malas. Quiere mostrar la complejidad de las personas que viven un conflicto armado o que simplemente viven la vida. El asesino cuenta la historia de que guardó la música romántica o las baladas de un hombre que fue asesinado por su padre. Esta lo siniestro y lo bello. La inocencia y la crueldad. Parecen dualismos pero no lo son. Sino que en mi escritura caigo en esas duplas.

También hay un triángulo amoroso. Un amor imposible y un amor arreglado. La pareja  son ladrones. El otro enamorado es el amor imposible. Es un hombre cauteloso. Es Willington. El tiene una volqueta. La paga a cuotas. Le gusta la música y es DJ en las fiestas. También trabaja haciendo perifoneo. Un día compra una escopeta e intenta darle al blanco hasta casi apuntarle a su enemigo.

Son dos historias, un matrimonio y la desmovilización de los grupos paramilitares.

El hombre que hace paramilitar, lleva un casco que me hace recordar El Vengador del Futuro. Aunque Pedro Adrián Zuluaga, dice que esta película tiene varios géneros como el western y el melodrama. Según él, también es costumbrista.

No se qué decir. Creo que me mejor vayan a ver la película, pero como que ya la quitaron de cartelera. Esperen a que la pasen por Señal Colombia. Cine colombiano con marca santandereana. Para finalizar, puedo decir que también muestra valores tradicionales de la familia santanderana, sobre el honor enmarcado en la virginidad femenina y la autoridad patriarcal.

domingo, 9 de octubre de 2016

Nombre

Por redes sociales me enteré de la intervención artística de Doris Salcedo. Una vez que ella conoció los resultados del plebiscito por la paz, se dijo, "tengo que hacer algo". Inmediatamente propuso escribir los nombres de las víctimas en telas blancas, para coserlas con hilo en una acto simbólico en la plaza de Bolívar de Bogotá, el miércoles 12 de octubre de 2016.

Le conté a mi hermano pez. El me despertó el sábado 8 de octubre. Corrió las cobijas y dijo: hermana, ¡levantase! Tenemos que ir al museo. Ayer fui a escribir nombres de víctimas. Es muy chevere. ¡Vamos! Puedes ir así con piyama porque uno se ensucia mucho con la ceniza.

Fui con pez. Llegué como a las ocho y media de la mañana. Luis, un chico de gafas y bajito, nos explicó el procedimiento.

Se debe doblar la tela por la mitad. Luego, en la mesa, colocar la raya de la mitad de la tela sobre una cinta de enmascarar, la cual hace de guía. Después, con un palo, regla o pinza se pisa la tela para que no se corra. Luego miraras la lista que está frente a la mesa. Buscas un nombre en la lista. Se escribe solo el primer nombre y el primer apellido. Si el nombre es muy largo, se escribe su inicial y luego el primer apellido. Posteriormente, buscas las letras del nombre. Vas por muchos puestos y preguntas, ¿me prestas la r?, ¿me prestas la e?, ¿me prestas la u?, ¿me prestas la z? Buscas y buscas hasta hallar las letras del nombre. Vas al banco de letras. Incluso a veces robas letras. Hay mucha escaseces de letras.

Luego a escribir el nombre. Se colocan los moldes de letras sobre la tela. Luego echas pegante con una brocha delgada. Luego esparce la ceniza en forma evanescente o en difuminado. Se echa bastante ceniza en las esquinas de las letras para que resalten. Es un trabajo artístico. No es dibujar nombres sino hacer la letra difuminada porque la memoria se va borrando y perdiendo, pero algunos recuerdos se mantienen si los recordamos.

Por último, esperas que se seque el nombre unos minutos. Entre dos personas cogen los extremos de la tela por el ancho del nombre. Llevan la tela al museo como si fuera un ataúd. La tela va estirada para que no se ensucie una letra con otra. Al final la colocas en el piso en el museo para que se seque. Allí vas a ver muchos, muchos nombres.

Sales de la sale con un peso menos. Empiezas otra vez. Limpias la mesa. Buscas un nombre y se repite esto hasta que te canses de trabajar. Sientes que haces algo altruista o colaboras con este país monstruoso.

Es un hecho que te hace revivir a alguien que fue asesinado o sino recuerdas a alguien que fue secuestrado, violado, reclutado forzoso, desplazado forzado, mutilado, y etc. Tantos son las violaciones y desastres de la guerra que deben ser muchos los hechos violentos. Ese nombre adquiere un significado.

Este acto me hizo recordar las clases de Martha Nubia Bello, Belky  y Millán. Se decía que la sociedad colombiana debe reconocer y darle un lugar a las víctimas. Esto se me quedo gravado en la cabeza. También lo que dice Kundera: “La lucha del hombre contra el poder es la lucha de la memoria contra el olvido".

Apreciada

Esta semana , del 3 de octubre al 7 de octubre de 2016, la palabra apreciada fue dicha por varias personas para hacerme ver que era preferida por otra persona. El día lunes, me dijo 67, que yo era bastante apreciada por 10. El día martes, 25, dijo que yo era bien apreciada por 10. El día viernes, 32, me dijo que era bien querida por 10. Y la noche del viernes, 10 me dijo, tú has ido a mi casa y llevaste una botella de vino.