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domingo, 14 de agosto de 2016

Doriyakis

Vamos a aprender hacer doriyakis, dijo mi hermano, luego de ver la película Una pastelería en Tokio, de la cineasta Naomi Kawasi. Conocimos esta cineasta en el festival de cine 4+1 , en el 2011. La primera película que vimos de ella fue Nacer. No fue Nacer... Fue... Fue el documental Nacimiento y Maternidad.

La película Pastelería en Tokio es sobre la condena moral al aislamiento social. Un hombre que estuvo en la cárcel y una anciana recluida en un centro de enfermos leprosos. Tokue es una anciana de 76 años, con la vitalidad de una mujer joven que se regodea oliendo los cerezos y paseando en las calles de Tokio. Descubre una pastelería donde trabaja Sentarô, joven exconvicto que vive aburrido con el peso de la culpa y de una deuda al propietario de la pastelería, y eso se nota en la falta de sabor de sus doriyakis. A la pastelería acuden jovencitas, colegialas, agraciadas que encuentran un espacio para burlarse del Sentarô. Pero una de ellas, tiene los cachetes regordetes y lleva a su casa los doriyakis dañados. Tokue insiste en la vacante laboral a Sentarô, a quien convence con una muestra de su masa anko, el dulce que llevan los doriyakis. Ella le ensaña la paciencia, el amor, el cuidado de revolver la masa, el punto del olor o aroma que indica que ya están. Se imagina la cosecha de las judías y las trata con amor en la cocina. Tokoue se imagina la caricia de la lluvia y el baño del sol. Tres generaciones se juntan en el afecto y la necesidad de ser aceptado por el otro, Tokue, Sentarô y la chica regordeta o de sus cachetes grandes. Entre los tres le hacen frente al aislamiento social, al castigo social del destierro. Tokue, se vuelve a sentir útil en la pastelería, pero corre el rumor que sufre de lepra y los clientes no vuelven arrimar por la tienda, así que se despide del cerezo y abandona lo que le volvió a llenar de vida, cocinar anko.

En fin la película estuvo de pelos. De pelos de pelos. Vi a Lina. Su presencia me hizo derretir la vagina. Le hice una seña a mi hermano porque es la amiga de él. Estaba con un mansito. Nosotros estábamos dos filas detrás de ellos. Empezo la película y me olvide de esa chinita marica. Siempre quería desconcentrar a mi hermano Fabian Yebrail haciéndole comentarios de la película. Pero el me miraba rayado y ponía un dedo en la boca para que me callara el pico. Al lado derecho había una nena sentada que la vimos haciendo la fila para comprar las boletas. Mi hermano se excitó cuando le miro las tetas. Mi hermano dijo que aguantaba hacerle la vuelta. Yo volteé para analizarla bien, y sí, si aguantaba. La película fue muy triste para todos. El sábado término de ser un día roto con las imágenes que Naomi transmitía en el Video Beam. Muchas personas lloraban o simplemente suspiraban con un ¡aaahh! cada vez que Tokue decía algo o hacia algo. Sentí mucha hambre cuando vi tantos dorayakis y su sabor iban mejorando a medida que continuaba la película. Las niñas que iban a la tienda de dorayakis eran colegialas iguales a las que aparecen en las series de manga japonés. Los cerezos en flor hacían que el sábado continuara más roto de lo que estaba. La película parecía que se acaba desde el minuto uno, pero al directora siempre conseguía algo más que contar.