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jueves, 16 de junio de 2016

Silencio o ruido

He estado en silencio porque no sé sobre que escribir. Me ha aturdido a veces la sensación de salir corriendo del trabajo y otras veces se me olvida que estoy trabajando. En este momento escribo desde el trabajo. Le robo unos momentos de mi vida al trabajo para dedicárselos a este lindo espacio. Por eso como dice Marguerite Duras: "Para que el mundo sea soportable, es necesario exorcizar las obsesiones, pero la escritura puede, tanto esconderlas como desvelarlas". Y agrega que "Escribir es tratar de saber lo que uno escribiría si uno escribiera".

He ido a cine a ver el ciclo rosa. Vi un documental sobre David Bowe y dos cortos de ficción de Antonia Baehr. Los dos últimos casi no los entendí porque eran en alemán con subtítulos en inglés. Siempre es un placer ir a cine y olvidarse de mi vida para entrar en las historias ficcionadas.

Por otros caminos,  en mi caminata hasta el inglés he visto a unos abuelitos y abuelitas que a veces hacen fila en una casa sobre la calle 17 con carrera 66 o 67 o más allá o más acá. Ellos y ellas me recuerdan mis días en el ancianato hace más de 15 años. No sé si esperan por un lugar para dormir, dinero o comida. Los vendedores de dulces o bebidas calientes se acercan y venden algo. Se nota que algunos se conocen y conversan. Y en mi regreso, en el bus, me di cuenta que en bolardo de un parque de la calle 13 con cincuenta y algo, alguien colgaba una bolsa para recoger basura. La bolsa un día fue blanca y el siguiente fue negra.

Por otro lado, mi hermano cabeza de ratón, me ha traído algunos libros para leer. Por fin leí "El gran cuaderno" de Agota Kristof. Y mi amiga MaE me prestó un libro muy bello sobre las obsesiones femeninas de Samanta Schweblin. Mi hermano ha asegurado que la historia de mi vida la escribió Marguerite Duras, espero leerlo pronto. Por el momento El Quijote, seguirá esperando. Este libro lo empecé pero otro libros le roban protagonismo.

Y el cuerpo sigue en movimiento caminando, aprendiendo fútbol sala y yoga.

¡Oh! tengo un lindo pinocho que me regaló Nina. Y a veces en la oficina se me ocurre traer mi carrito y jugar con pinocho y el carrito. Sería genial. De pronto lo traigo un día de estos y cuando no haya nadie juego con ellos. Y recibí un rica chocolatina de Paolita, desde la ciudad de las luces. Espero que los afectos continúen y no se acaben.

De noticias no se nada. Cualquier cosa que diga es especulación. He estado alejada de esta terrible y adorada realidad.

2 comentarios:

  1. Y yo le robo unos minutos a mi trabajo para leerte. Alimentas las almas de tus lectoras. Lleva pronto ese pinocho en el lindo carrito a la oficina

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  2. Hola MaE! Gracias por leerme. También me alimenta el alma tu apoyo y escucha. ¡Gracias por tu amistad!

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