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miércoles, 6 de abril de 2016

Teatro

El teatro ha sido fundamental en mi vida para salvarme de los abismos. Cuando estuve en la universidad en el pregrado, hice parte del grupo "Teatro Estudio". Este grupo llevaba más de 50 años en la universidad  y con nosotros se acabó. Luego estuve en el grupo de teatro de psicología de la Universidad Javeriana, y por último en un pequeño curso en el Teatro Libre.

Conocí personales especiales. Ahora muy rara vez nos vemos o nos reunimos, con el primer grupo. Pero cada vez que nos vemos siento una amistad entrañable, algo especial. Hace unas semanas, en marzo, me vi con Lina. Luego vi a Juan Carlos en un semáforo. En la misma semana a Manuel. Y en abril a Nati y otra vez a Juan Carlos. Pensé que no volvería a ver este último. Siempre me digo a mi misma: nunca más lo veré. Y solo se necesitan estas palabras mágicas y ahí está en cualquier calle al otro día.

Siento que todas y todos me recuerdan con un cariño bonito. Lina piensa que yo era la mamá y que los cuidaba a todos. Danilo, Manuel e Irene que me pasaba de buena gente o ingenua. Eveling, me recuerda las chicas tiseis porque salíamos de la universidad por la calle 26. También me gusta verla reír a carcajadas. Vive en Europa hace más de 8 años. Nati, es muy especial, sabe todo de mi. Siempre nos ayudábamos, vimos varias materias en la universidad y cuando tuvo su niña, la cuidé un domingo. Tatiana, no la volví a ver hace mucho, pero es muy especial y creativa. Fabián, es muy chistoso. Recuerdo que él se burló de mi una noche, yo le pregunté ¿qué era Doors?, y él dijo: puerta, Alba. Es un grupo musical. La excepción es Juan Carlos.

A Juan Carlos le llamamos en el grupo "cámara" porque es de  los llanos, y los oriundos de allí se les dice camaritas. Con el tuve una relación sexual esporádica o un arroz en bajo que se retostó. Duró cinco años. Y hace cinco años se terminó. Hacía como cinco años que no lo veía de cerca. Bueno, la relación terminó mal. Nunca he sabido llevarmela bien con los hombres con los que tuve algún sentimiento de atracción, gusto o cariño.

Terminé con él por un correo electrónico en el que le decía que por favor no me volviera a buscar, que no era capaz de decírselo mirándolo a la cara. Y gracias a que me bloqueó de su Facebook y de skype, y no me volvió a buscar, logré olvidarme de él. Porque yo reincidí varias veces en llamarlo, pero menos mal, él se mantuvo y nunca más nos volvimos a ver.

Una vez lo llamé para que concretáramos una cita y habláramos, pero él nunca llegó a la cita. Me sentí muy mal, pero a la vez pensé que era lo mejor.  Lo he visto como una cuatro veces en la calle desde hace cinco años. Ha sido difícil porque me pongo nerviosa o salgo a correr. Ayer, Nati, me dijo que me puse roja. Casi siempre me pongo roja y se siente una tensión fea. Afortunadamente él no me determina o no me habla. Eso ayuda a que no le preste atención.

Anoche casi no puede dormir pensando pendejadas. Siempre que lo vea sentiré algo. Ya tengo que aceptar eso. Hubiera querido una relación amistosa con él, así como es de especial con los demás amigos y amigas de teatro, pero no es así.  Y como dijo una amiga, todas la cosas que comienzan mal, terminan mal. Estas reacciones corporales me delatan, pero no puedo hacer nada sino vivir el instante, el cual pasará rápido.

Una vez, un compañero de trabajo, me contó que amó a una mujer mucho. Fue la chica de sus sueños.  Él lleva ya más de 20 años de casado con otra mujer, porque un amigo le quitó su novia, algo que todavía no le perdona. Pero a pesar de que ha pasando tanto tiempo, cuando él la ve a ella, se pone nervioso o le hormiguea el cuerpo. Esta historia me alivió un poco porque alcancé a pensar que era la única que el cuerpo se descontrolada cuando ven los amores del pasado.

Las cuestiones emocionales físicamente a veces quedan en la memoria corporal y borrarlas de allí es algo difícil, solo queda aceptar y no culparse por ello. La vida continua. Yo me siento muy feliz sola. Nunca más volví a tener nada con nadie. La gente cree que soy lesbiana porque tengo el pelo corto, muy corto, y porque no me maquillo asumen que soy marimacha. No me molesta que la gente me diga señor, sé que mi apariencia confunde. Desde esa experiencia y otras donde mi amor no ha sido correspondido, le tengo miedo a los hombres.

Obviamente la amistad construida en esos momentos convulsivos de la juventud permanece como un bonito recuerdo. Siempre será agradable volver a verlas o verlos de nuevo.

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