Buscar este blog

viernes, 18 de marzo de 2016

Monopolio

He ganado dos veces dinero, después del último trabajo. La primera, un mandado, por el cual me pagaron quinientos pesos. Tenía que comprar una plastilina y unos palillos que no superarán dos mil pesos. La segunda, participé en un experimento, el 18 de marzo de 2016. El experimento consistía en jugar monopolio, por el cual me pagaron veinte mil pesos.

Había jugado monopolio dos veces en mi vida, cuando era niña y hace, más o menos, ocho años. En este juego se debe ser hábil como negociante, saber invertir dinero, arriesgar, y un poco de suerte. Jugué con Paola. Solo supe su nombre. Tenía gafas y vestía una chaqueta blanca, camisa a cuadros de color azul y rojo, jean, botas cafe caramelo como texanas. Su cabello estaba alisado. Fue muy cordial. Ella ganó el juego y su pago fue de treinta mil pesos.

Las condiciones del juego fueron, primero, tirar los dados y el que sacará más número de puntos empezaría a jugaría con dos dados y al terminar cada ronda del juego cobraría doscientos, mientras que el que sacará menos número de puntos jugaría con un solo dado y solo cobraría cien al terminar cada ronda. Esta información se dio a cada una por aparte.

Antes de empezar nos explicaron las reglas del juego. Luego, la compañera se sorprendió cuando supo que yo solo jugaría con un dado, y exclamó como dos veces, ¿por qué? Yo pensé que tenía que callar y no decir nada, porque así eran las condiciones del juego. Compré la mayor cantidad de propiedades hipotecando las que ya tenía. Gané poco dinero con el alquiler de las propiedades, porque la mayoría del tiempo las tuve hipotecadas. Al final ya no tenía dinero, y para pagar alquileres, impuestos, y demás cobros de las tarjetas de la fortuna o arca comunal tuve que vender las hipotecas. No sabía que se podían vender las propiedades hipotecadas.

Las dos fuimos honestas, en una ocasión, yo no recordé si tenía una propiedad hipotecada o si era propia. En otra ocasión, Paola, parece que no cobró los doscientos al terminar la ronda. Le entregábamos al banco el dinero despacio, para no equivocarnos con las vueltas y no robar al banco o no robarnos nosotras mismas.

Perdí el juego después de tres horas. La cita fue a las 6:45 am. Empezó a las 7 a.m. Terminó aproximadamente a las 10 a.m.

Cristhian, el investigador, al finalizar el juego, nos hizo una entrevista sobre si nos pareció injusto el juego, si era igual en la vida real, en qué se parecía, cuál fue la estrategia que utilizamos, y otras. Al final dijo que hubiéramos podido negociar jugar ambas con un solo dado. Pero asumí que las condiciones dadas no se podían cambiar, y jugamos, una, con ventaja y, otra, con desventaja. No hubo negociación para cambiar la inequidad.

Cristhian, es de pregrado. Quedó atento a enviarme los resultados de la investigación. Esta es sobre psicología económica. Al final aprendí que puedo negociar las condiciones y no asumir que son así siempre. Durante el ejercicio nos filmaron, con el paso del tiempo, me imbuí en el juego y me olvidé de la vida, y pensé: qué chevere esto para pasar el tiempo o desestrezarse. Creo que dejé de hacer tantas muecas ante la cámara. Al principio firmamos un consentimiento informado, y luego, en una hoja ubicábamos nuestra posición en la sociedad en una escalera del 1 al 10, siendo 1 la peor, y 10 la mejor con buen salario, estudio y posición social.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario