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martes, 2 de febrero de 2016

El Club

El club (2015) es una película de Pablo Larraín, cineasta chileno. Aborda la pedofilia de los sacerdotes de la iglesia católica en Chile, además de los pecados por apoyar las torturas, desapariciones forzadas y asesinatos de ciudadanos de izquierda durante el régimen militar, el robo de niños y niñas, la avaricia, la zoofilia, y otros horrores ocultos al servicio de una imagen santa de la iglesia católica.

La película tiene una fotografía opaca o gris que marca la densa narrativa de denuncia de los mayores pecados capitales de la iglesia católica. El guión de Guillermo Calderón, Daniel Villalobos y Pablo Larraín, es tan delirante que no da escapes a la realidad del espectador,  porque te imbuye desde el primer momento como testigo impotente del horror. Es explícito con palabras como la penetración, el glande, el semen, la santidad y Dios. Todas estas palabras enuncian y repiten la catástrofe de la represión sexual, la cual es también es nombrada por los sacerdotes, quienes se reconocen como chivos expiatorios de la iglesia.

Algunos planos colocan al espectador en la posición de investigador que busca la verdad por lo cual interroga a  los sacerdotes para que se confiesen y se arrepientan de sus pecados. Estos planos medios aparecen  cuando cada sacerdote le habla a la cuarta pared, aunque nosotros como espectadores también  sabemos que le habla al sacerdote Jesuita, quien hace la investigación sobre la necesidad de continuar o cerrar la casa de reclusión.

Un personaje cínico es la hermana que atiende y cuida a los sacerdotes. Esta hermana es implacable o más mala que los sacerdotes. En un plano ella aparece en contrapicado hablándole desde el poder de Dios al sacerdote que ha perdido su perro de carreras y objeto sexual. Esta película ha tenido muchos premios en festivales,  y la actriz Antonia Zegers hace una interpretación impecable por la que también ha conseguido varios premios.

Esta película es una necesidad para exorcizar y denunciar los horrores de la iglesia católica con los niños y las niñas, al permitir y encubrir la pedofilia. Al final las víctimas de abuso sexual resultan enfermos psiquiátricos con una gran dosis de fármacos, y subsumidos por la doble moral de una sociedad heteronormativa.

La película parece no tener un fin claro, pero cuando llega un sacerdote pedófilo se desencadenan una serie de sucesos que perturban la rutina de las comidas, oraciones y del tiempo libre de cuatro sacerdotes huraños, con el agravante de que una de las víctimas de abuso sexual ronda la casa y quiere vivir con sus victimarios, porque no soporta el trauma psíquico. A lo cual se suma un sexto sacerdote Jesuita que busca ver si realmente los sacerdotes reclusos se arrepienten de sus pecados.

Os invito a ver esta joya del cine latinoamericano contemporáneo.

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