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viernes, 1 de enero de 2016

Nevado del Tolima del 18 al 22 de diciembre de 2015

Esta es una aventura que comienza prestando las cosas para ir a la montaña. Mi hermano Corazón de Papel me dijo que teníamos que sacar la mayoría de cosas prestadas. Cuando le decía que no era posible prestar tal cosa, me respondía: "prestar, prestar, prestar". No había opción. Fue como un reto. Y la fortuna fue que recibimos la solidaridad de varias personas que nos prestaron sus cosas. Fue increíble y me emocioné de felicidad a tal punto que no me cabía en el cuerpo tanta sensación deliciosa.

Después viene empacar la maleta. Fue un sufrimiento. No supimos hacer el morral. Fue complicado el peso y una vez me coloqué la maleta parecía que me iba al suelo.

Luego al momento de salir tomé una mala decisión. No me confirmaron el taxi y salí a cogerlo en la calle. Saqué la mano para parar un taxi sobre la calle 26 en Bogotá al lado de la casa donde vivo. Pasaron varios taxis ocupados y un carro particular  gris u oscuro se acercó lento. Me habló un señor canoso, quién se identificó como de la DIJIN de la Policía Nacional. Tenía una linterna amarilla que alumbraba la acreditación. Realmente no alcancé a leer nada. Me preguntó que de dónde era, para dónde iba, que le entrega la cédula, qué si tenía armas de fuego, qué le entregara el celular y luego todo el dinero en efectivo que tenía. A mi hermano lo amenazó y le dijo que si no le entregábamos todo el dinero nos retenían en la estación de la policía varias horas. Mi hermano estaba retirado de mi, y movió lentamente la cabeza diciendo que no tenía nada. Su expresión era como incrédula pero yo no lo contradije porque aprendí de un hermano que cuando te hacen un interrogatorio siempre debes mantenerte en la versión de los hechos que das así estés equivocado. Al final llegó otro señor de la nada que hacía parte de la redada para robarnos. Todo el tiempo fui ingenua y nunca me percaté de ser más lista o darme cuenta que me estaban robando sino que le creí a las personas. Cuando me preguntaron sobre las armas de fuego mostré el piolet y les dije que llevaba un martillo, el señor que me interrogaba se molestó por eso. El señor que hacía parte del señuelo o carnada se subió rápidamente al carro y el canoso nos tiró las cédulas. Y el carro arrancó a 100 km/h, apenas me percaté grité ¡Me robaron!

Justo ahí ya estaba el taxi que llamé. Bajaron mis hermanos colibrí y montaña para auxiliarnos. Les pedí prestado 200 mil pesos para continuar con el viaje. Rápidamente mi hermano colibrí me los prestó y arrancamos en el taxi hacia el Salitre Plaza.

Estuve nerviosa y ese día no paré de hablar del robo. Me quitaron 302 mil pesos. Nos tocó irnos en un carro con Fabio y Adriana Paola (sabelo todo, una chica arrogante, prepotente y piensa que lo sabe todo en la montaña, se cree muy sobrada). Fabio no musitó palabras, solo dijo que Adriana se había ganado el ramo de la novia en un matrimonio y que salían mínimo 10 veces al mes a hacer trekking o correr por la montaña. Nos fuimos en un Vitara que salió hasta las 6:45 a.m. de Bogotá. Adriana no paró de hablar en todo el viaje hasta Ibagué. Nos contó de su familia, de qué comía, de que hacía mucho ejercicio a tal punto que se enfermó y el médico la mando a dormir, relajarse y dejar de subir todos los días corriendo a Monserrate. Paramos en Silvania a desayunar, cuando con Corazón de Papel le vimos la barriga que sobresalía a Adriana, nos dimos cuenta que el ejercicio era como más bien de habla. Dijo corazón de papel, "esa nena habla pura shit".

Llegamos a Ibagué al medio día. Leonardo un chico fue a ubicar a la gente en un hotel. Luego nosotros reservamos en ese hotel pero después nos dimos cuenta que las cosas no eran así y llamamos a uno de los líderes de la expedición. Ya había reservado una habitación y pedía que me devolvieran el dinero porque ya no íbamos a ocupar la habitación. Afortunadamente nunca subimos a la habitación sino que nos quedamos en la recepción. Luego esperamos desde las 12:45 m hasta las 3 p.m. a que Leonardo nos fuera a buscar. Fue una espera larga. Varios de los otros integrantes de la caminata nos recomendaron quitarle peso a la mochila porque llevamos demasiado, nos comentaron el número de comidas y qué cosas consumían. Nos invitaron a almorzar pero teníamos mucha comida, así que decidimos comer de lo que llevábamos para la expedición.

Donde Leonardo almorzamos pasta, arroz, uvas, pepino, zanahora, higos,  manzanas, ciruelas. Nos comimos toda la fruta, algunas galletas y dulces. Volvimos hacer toda la maleta desde las 4pm hasta las 7pm. Fue un proceso largo pero nos ayudó a bajar peso a la maleta.




Con Corazón de Papel fuimos a comer hamburguesa  y papitas de 4 mil. No tomamos gaseosa. Nos atendió un hombre amanerado, que sonrió cuando estaba jungando con Corazón de Papel, alguna mueca estaríamos haciendo. Pero no le gustó que no pidiéramos ninguna bebida.

Volvimos y reacomodar la maleta porque no amarrábamos bien el piolet, la carpa y el aislante. Luego el señor regañón nos apagó la luz, y decía: "Hermano... ".  Pero esa manera de tratarnos era una tensión constante porque daba más de cinco órdenes al mismo tiempo y nos tenía nerviosos y presiona como él solo. Sacó un colchón a la sala y allí se quedó el señor regañón y su lacayo. Solo pensaba en él.

Luego nos levantamos a las 3 de la mañana. Desayunamos arepa, jamón, un huevo cocido y aguadepanela. El señor regañón me dijo que mi maleta estaba mal hecha y me hizo desempacar todo justo cuando salíamos, renegaba y decía "hermano no les dijeron cómo hacerla... Eso está mal... Así no es.. Además eso tampoco..."

Leonardo
David
Luego nos fuimos en el carro de los guías, dos espectaculares personas, son filósofos. Leo me dijo que no hay nadie experto en la montaña, y a una chica que sufrió en la montaña le respondió: "nunca" cuando ella le preguntó: "¿Hay un planito?". Su respuesta fue seca, tajante y sublime, algo así como esa es la montaña.

Llegamos como a las 6 y media a la entrada del parque. Allí bajamos las maletas, tomamos tinto, nos contam
os, unas palabras de motivación y frases para cuidado mutuo, etc. Salimos como a las 7 a.m. Empezamos la montaña felices, tomamos fotos con unas montañas con roca impresionantes, se veían imponentes y señoriales con una vegetación altísimas. Cruzamos un río, pasé un puente con tablas, donde Joseph me dijo:"con seguridad".  Pensé que me iba a caer. Siempre tuve miedo por alguna situación, otra veces la belleza del lugar, o la indignación con el señor regañón me hacían olvidar.

Y a subir se dijo. La montaña no deja ver todo lo que hay que subir. Eso es bueno. Porque sino te desanimas. Si vieras la cantidad de montaña empinada que hay que subir, dejaría el camino y se arrepentirían.  Después de pasar por el rancho donde están las termales, sigue Raíces, es un lugar mágico con bejucos, raíces, árboles delgados y ramas, muchas ramas. Su vegetación es fresca y linda. Te arrastras en el suelo y pareces un escarabajo trepando en el camino. La subida va cobrándote el encanto porque tu mente y físico se ponen a prueba. Hay varias fotos de ello.



Luego llegamos a una linda cascada. Allí tomamos agua para refrescarnos y unas fotos. Pero de esa agua no debíamos de consumir porque tiene azufre, lo supimos al rato, por lo que hace falta la señalización de dónde no se puede tomar agua.  David fue el guía que iba con nosotros, su fue con Bellota. En un pozo nos indicó que el hacía varias actividades durante la caminata, y por esos tenía varias diferencias y disgustos con los otros guías. La primera fue enseñarnos a recoger agua con una hoja y así era más rápido y fácil llenar las botellas; luego mencionó que el bastón tiene 72 usos y me enseñó a caminar, me dijo: "así se demoré más, es mejor que piense primero dónde va a pisar"; también mencionó que se debe llevar un sobre de suero oral para el mal de altura, en el momento que dé ayuda a aliviar los síntomas y se debe descender de la montaña. Otra recomendación fue que con un poco de sal, tomar tres untadas con la punta de la lengua y en la palma de la mano revolverla con saliva y que eso ayudaba para el dolor de los meniscos en las rodillas.

Descansamos en las Lajas. Este lugar se le llama El paso del francés porque allí perdió la vida un francés, y también murió un Bogotano. Subimos por esas rocas. Después se entra en Tierra de gigantes. Es un lugar hermoso. Tiene árboles gigantes, árboles caídos y atravesados en el camino y paredes de musgo increíbles.

Recargamos agua en un punto de Tierra de Gigantes. Cada uno debía llevar unos tres litros de agua para calcular para la cena del sábado, hidratación, desayuno y cena del domingo y desayuno del lunes. Este peso puso más a prueba el cuerpo y la mente. Ahora si la maleta pesaba más.  Nosotros llevamos dos litros de agua cada uno con Corazón de Papel, y antes de empacar una botella de 500 cc me tomé una para hidratarme.

Almorzamos en La Cueva. Es un lugar donde la vegetación cambia, ya se empieza a ver el páramo y que estas en las nueves. A medida que iba subiendo iba pensado qué palabras escribir en el Facebook para agradecer a las personas que me prestaron sus cosas para subir la escalera al cielo, y lo iba ratificando: "es una escalera al cielo", y también de lo exigente y hermosa que es. Visualizamos una quebrada de color blanco exuberante, es el color del azufre.





Luego empezamos a subir y llegamos a páramo. Allí ya las piernas empezaban a no responder. Corazón de Papel empezó a decirme ¡un, dos, tres!, ¡vamos alba, vamos, vamos!  Después le pregunté por qué mencionaba los números, me dijo que porque se contaban los pasos y así se iba andando sin darse cuenta, como un baile.

La última parte en 4.300 metros sobre el nivel del mar ya no me respondían las piernas. Ya el cansancio era mental y el físco no daba más. La mente me empezaba a jugar con ideas como: ya no puedo más. Caminaba como sobre el aire o por inercia, pero cada paso me costaba mucho. Al final David, el guía, se detuvo donde podría ser uno de los posibles campamentos. Esto fue como a las cuatro y media. Habíamos caminado como 9 horas. Yo ya iba de últimas en el grupito de cinco personas. Allí fue la gloria llegar exhausta a solo mirar hermosura y belleza, se veían muchas montañas, nubes y frailejones alrededor. Al finalizar la noche llegó con un rojo que pintó la noche y cerro con broche de oro y cobre este día.



David en el lugar del campamento. Ahí se ve el hombre sereno.


Bellota y Yesid.

Organizamos nuestra carpa con la ayuda de Regañón. Luego tendimos el asilante y el morral y la noche cayo rápido. Hicimos aguapanela y organizamos lo de llevar al otro día, pero antes invitamos a los invitados especiales, a nuestros guías maravillosos que nos regaló la montaña: a Leonardo y a David. Con ellos tomamos aguapanela, reímos un rato y nos dieron indicaciones de qué ropa llevar y a qué horas levantarse. Ellos siempre nos motivaron y nos dijeron  que si se podía subir a la montaña. Yo lo dude y pensé que no podía subir al nevado porque mis zapatos se mojaron y me preocupaba que se me congelaran los pies, dudé, realmente ya no me creía capaz de subir más, inventaba pretextos. Al final un vecino de otra carpa nos calló por el ruido que estábamos haciendo al organizar el equipo para subir a la nieve.

Siguiente día. Nos levantamos a la una de la mañana. Hicimos sopa pasta y aguapanela de desayuno. Un vecino nos informó que Regañón quería hablar con nosotros. Y ahí venía a tratarnos mal: primero, "uno se tiene que quedar a cuidar las cosas, segundo, no tienen casco, tercero no tienen mosqueros,  cuarto, no tienen crampones, ¡así no van!, ¡no pueden así! Esto lo fue diciendo de cuando en cuando salía de la carpa y volvía con un pero más. Al final su trato me sacó la chispa y le dije desde la carpa que "no diera órdenes seguidas, que nos presionaba y nos ponía nerviosos", mientras él paseaba por ahí alistando el equipo para la encuerdada. Lo primero que le dijo a Corazón de Papel, fue: "¡Yo soy el líder! Hermano, póngame cuidado. Esto es serio. Yo soy el que mando aquí, etc." y explicó como se colocan los crampones.

Decidí quedarme por los miedos que ya tenía. Y resultó que los crampones de Fabián eran difíciles de acomodar a los zapatos y tocaba con una llave, según Regañón. Al final él realmente no quería que Bellota, Corazón de Papel y yo no fuéramos porque eramos considerados los inexpertos, y ellos querían un trekking de retos técnicos y de alta exigencia. Eramos la piedra en el zapato.

Salieron como a las 3 de la mañana. Le di un abrazo a Bellota y a Corazón de Papel mientras estaban en el círculo diciendo las consabidas palabras de somos un equipo, pero a la larga era una competencia individual de egos. Me fui a dormir apenas regañón me regañó por el abrazo que le di a mi compañero y compañera de carpa.

Me desperté y abrí la carpa. Estaba amaneciendo y el nevado se veía como un helado de vainilla divino, sobre una galleta de roca y páramo. Se veía brillante el día, asomaba espectacular. Di como una vuelta al sito de campamento, me maravillé con la naturaleza, las montañas. Inventé que tales montañas serían de Caldas, otras del Tolima y otras del Huila. Solo soñaba con lo que no sé jajaja la creatividad también me permitió ser feliz. Y por qué no cambiar a mi modo la geografía cuando era dueña de ese momento y esa vista bellísima.

Volví a dormir. Volví a levantarme al rato. Vi subir a una pareja que acampaba a 4200 metros sobre el nivel del mar. Me comentaron que iban para el nevado. Luego volví a dar vueltas al campamento. No sabía que hacer. Me senté y miraba las moscas, las rocas, el pasto, lo que tenía cerca. Esto lo miré desde la punta del cerro del campamento. Luego, bajó Leonardo, el guía. Le grité qué había pasado. No respondió. Le chifle y silbó.

Me contó que venía enfermo con mal de altura. Le hice aguapanela. Luego el líder atleta, Leonel y  Diana llegaron al campamento. Tomamos aguapanela y me quejé con él sobre el trato de regañón.
Se disculpó conmigo y me invitó a su campamento, a 4000 metros sobre el nivel del mar, para recoger comida. Me quería ir con ellos pero no me llevaron. Decidieron devolverse el mismo día para Ibagué. Me dijeron que tenía que esperar a mi hermano, que no lo podía abandonar. Pero él estaba con Bellota y los guías, quienes nos cuidaron siempre. Los guías fueron como espíritus bondadosos con nosotros que nos ofreció la montaña. Se fueron tres. Ya el grupo no era de 14 sino de 11.

Después bajé al campamento, hablamos, tomamos tinto dos veces y volví a mi campamento. Se me perdió un guante que me habían prestado. No sabía si devolverme o buscarlo en la carpa, dudé varias veces y salía y volvía a entrar a la carpa. Me devolví al camino, y en el campamento de la parejita como a 4200 metros sobre el nivel del mar, un chico que vestía de negro, me devolvió el guante. Me alegró la vida. Sentí que varios bichos de la barriga se habían muerto del susto por la pérdida del guante. Volví a subir a mi campamento base, a 4300 metros sobre el nivel del mar.

Luego llegó el grupo que iba ascendiendo. Eran como dos mujeres y cuatro hombres. Un grupo de geografía de la Universidad Nacional de Colombia, liderado por Papá Montaña. Ellos pararon en mi campamento y me hicieron la charla como unas dos o tres horas. Me dieron de comer y me hicieron reír mucho. Papá montaña me mostró los crampones que él fábrica, cobra por ellos 100 mil pesos, son de hierro. La versión que me mostró eran la versión mejorada después de muchas versiones en los quince años que lleva subiendo a la montaña. Me contó historias.

Se fueron como a las tres de la tarde. Al rato empezó a llover y tuve que irme a la carpa. Cuando sentí un perro, salí a preguntar por mis compañeros y compañera. Me dijeron que ya venían. Decidí hacer aguapaenla y tenerles a mis amistades porque llegaban empapados. Llegaron y fue pura felicidad de verlos, los recibí con una tacita de aguapanela. Los afortunados fueron Yesid, Bellota y Corazón de Papel. Al momento llegaron los demás.

Ya se anocheció rápido. Invitamos a David a la carpa. Sabía que el no tenía estufa para calentar nada. Le brindamos aguapanela. Además la energía de él es muy bacana. Era como una comunidad esa carpita. Hablamos y hablamos. Luego merodeaban los otros de las otras carpas en busca de agua porque no tenían y porque sentían en la carpita de tres ese calor humano. Al final llegó el señor, me dijo que no le dijera señor sino que le llamará Sergio. Otro más a la carpa. Ya éramos cinco. Los invité a dormir a todos y a contar historias de miedo. Al final no contamos historias de miedo. Yo fui la que más hablé. Narré la veces que me quedé expectante de las moscas y las historias que me pasaron ese día.

Amanecimos como a las 6 de la mañana. Yo tenía unas ganas de cagar impresionantes. Al final estaba con muchas flatulencias. Fui por papel a otra carpa donde dejamos cuatro maletas Y cuando estaba agachada salió tremendo pedo que el señor regañón y Sergio me dijeron: "Buenos días".  No tuve pena, pero la situación fue incómoda. Después volvimos hacer aguapanela de desayuno. Bellota nos dio manzana y tostadas. Se había molestado el día anterior porque me comí unas tostadas con el guía enfermo, Leo.  Alistamos maleta. Se recogió la carpa y salimos a las 8:40 am. Nos fuimos dichosos de la montaña. Estábamos felices.

Nos fuimos bien despacio porque Bellota no sabía bajar. Un alivio era que la maleta pesaba menos porque ya no iba el agua y la comida. Paramos en La Cueva. Luego hicimos rapel en Las Lajas. Allí hubo un accidente. Regañon quería adrenalina y la tuvo pero de milagro se salvo con David. Cogió la cuerda, se tiró hacia atrás con la maleta y David no se había asegurado. Vi en un segundo cómo David dio un bote. Según él, dio dos. El instante fue un susto terrible. Casi perdemos a dos. Yo fui la última en rapel, me dan miedo las alturas, no supe usar la cuerda como un asiento en el culo y casi se me zafa en dos ocasiones. Grité que me daba miedo. Iba mirando esa roca lisa temblando del susto. Eso era un despeñadero. Ahí fue donde murió el francés y el bogotano.

Continuamos. El hambre me hacía mella y no tenía fuerzas. Pensaba que tal me fuera por esos despeñaderos abajo. Me moría fijo, no sabía si sufriría porque podía quedar padeciendo entre los árboles. Le dije a mi hermano que tenía hambre y las piernas desfallecían. Él también pensó que yo me iba a matar. Después paramos en la cascada y allí comí galletas, maní, colombinas, bocadillos y tomé agua. Recobré fuerzas.  Luego le pedí agua a Bellota, descendiendo en Raíces, pero que tenía poca, dijo que después, al final no me dio nada. Llegamos como a las dos de la tarde a el Rancho. Allí recargamos y tomé gua, y volví a comer galletas y bocadillo. Allí nos encontramos con el atleta, Leonel y Diana. Nos fuimos con los dos para la entrada del parque a almorzar. Una comida de verdad era la ilusión.

Llegamos a El Silencio. Este sitio es la puerta de entrada al parque. Allí nos enteramos que unos compañeros estaban enfermos y venían quedados en el camino. Llegó un chico y contó que era Joseph. Contó que tuvo tos seca la noche del domingo y que él le había ayudado a traerla la maleta. El chico enfermo estaba en el grupo del campamento base de 4500 metros sobre el nivel del mar, en Latas. Al final de la noche llegaron todos.

El regalo de la montaña fue llegar con vida, después de ver el accidente y saber que a Joseph le dio síntomas de Edema Pulmonar.

Volvimos a Bogotá a las tres de la mañana, el martes 22 de diciembre. El cuerpo llegó desbastado pero con una sensación de levedad, de agradecimiento infinito a la vida. Fue una experiencia maravillosa, increíble.


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