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sábado, 29 de agosto de 2015

Género

El 14 de agosto de 2015, fui a la Agencia Nacional de Empleo a acompañar a mi hermano para que consiga trabajo, de paso yo también me inscribí.

Cuando me toco el turno con la Orientadora, al enterarse que hice una maestría en estudios de género, me preguntó qué es el género. Le respondí que son los roles sociales de la feminidad y la masculinidad que adquirimos por el dato biológico que nos informa el médico cuando nacemos y la construcción social que hace de ello la sociedad y la cultura al etiquetar generalmente con ropa rosada a las niñas y de azul a los niños, por colocar un ejemplo. También le dije que hay distintas formas de ser mujer y hombre o de transitar en el género, y tiene que ver con la identidad de género.

Luego me contó que su hijo de 14 años le dijo a ella y a su esposo que le gustan los niños, el hijo lloró, y tiene miedo de contarle a su hermano que le atraen los niños porque él está en el ejército y no comulga con este tipo de ideas de la homosexualidad.

La mamá me reveló que tiene la esperanza de que a su hijo le gusten las niñas, es decir que sea heterosexual, y para esto le recomendaron un psicólogo. Le dije que se olvidara de su esperanza, que de pronto su hijo podría descubrir que es bisexual u homosexual; además que el psicólogo es para los padres para que sepan acompañar y respetar a su hijo en estos momentos en los que esta descubriendo la sexualidad. También resalté que su hijo es muy valiente porque le contó a los padres, tuvo confianza en ellos y espera su respaldo y respeto.
No pensé que al ir acompañar a mi hermano a buscar trabajo, terminará buscando para mi y de paso diera una orientación sobre la orientación sexual a la Orientadora de la Agencia Nacional de Empleo.

jueves, 13 de agosto de 2015

Posada

El fin de semana pasado estuve en Sumapaz. Realmente fue una suma de paz. Su clima es frío pero el silencio que ofrece este lugar es reconfortante. Después de leer algunos blogs de autostop pensé que podía hacer autostop o echar dedo para que algún carro nos llevará a la vereda La Unión.

Amalfi me llamó el sábado para que la acompañará a visitar este lugar. Necesitaba reconocerlo para encantarse de él.

Salí de la terapia psicológica y me encontré con ella en trasmilenio. Nos fuimos a Usme. Es un pueblito frío muy cercano a Bogotá que  tiene transporte masivo de la capital. Una vez fui con Carmencita a este lugar, así que se me hizo familiar y tuve confianza para moverme.

Caminamos, hablamos con la gente, preguntamos cómo llegar a La Unión. Por fin un señor muy interesado en ayudarnos nos indicó que fuéramos a la agencia de Cootransfusa. Una sola ruta diaria para La Unión. Caminamos y por fin encontramos la agencia en Santa Librada, un barrio de Bogotá.

Un almuerzo de pollo asado con papa salada nos aumentó las baterías para el viaje. En la agencia de coostransfusa, la gente muy amable y agradable. Muy noble. Amalfi, preguntó algo de la vereda La Unión y una mujer joven atendió, con tan buena suerte que ella nos contactó con su hermano el dueño de la Posada, el señor Carlos Macana (el apellido puede estar mal), el nombre de ella Celi, y su padre Luis.

El viaje fue de tres o cuatro horas. Llegamos como a las 7:20 pm. Nos recibió una sopa de maíz tierno, y un plato de arroz, papa, pasta y carne, con jugo de mora. Luego hicimos un recorrido nocturno por la calle 3 y la carrera 4 hasta llegar al colegio Juan de la Cruz Valera. El nombre del colegio alude a un líder campesino comunista que tiene historia en este páramo.

Dormimos en confortables camas en el hostal El Porvenir. Al amanecer un gallo despertó nuestro sueño. Luego un tinto, y unas fotos del colegio y a comenzar el regreso a las 6:20 am. La carretera en el páramo esta destapada. El bus en este tramo bambaleaba y fue despacio. Es una trocha. Esta dañada. Según los habitantes el estudio de impacto ambiental es muy fuerte para proyectar una carretera por el páramo más grande del mundo: Sumapaz.

Volvimos a Bogotá como a las 11 am. Luego fuimos a Pasquilla. Una zona rural de Bogotá pasando por mochuelo y el relleno de basura de doña Juana. El frío y la lluvia sintonizaban con el cansancio. Llegué a la casa a las 4pm, con ganas de comer arroz. Mi hermano Fabián me recibió con pan y comida de la casa de La Uvita, mi pueblo.

viernes, 7 de agosto de 2015

Ocio

Llevo ya una semana sin trabajar. Ha sido fenomenal. Los días pasan sin tanto afán, la mayor parte del tiempo en mi camita, solo algunos encuentros con amistades que me ha sacado de mis aposentos.

Varias películas rusas y navegar por internet todo el día. Espero que los dioses y diosas sigan confabulando para que mis días de felicidad continúen.

Hoy me di cuenta que me gusta ir a mercar verduras y frutas para hacer de comer. Sentir los aromas es muy delicioso, y el desorden de los empujones tiene su encanto, extraño pero lo tiene.

Para el almuerzo hice un mute. Es una sopa tradicional de Boyacá que he adaptado a mis gustos. Lo preparo con ajos, cebolla, mazorca, frijol verde y ahuyama. Dejo hervir por unas dos horas. Al servir agrego cebolla larga y cilantro finamente picado, junto con un pedazo de aguacate. El plato original lleva pata de cerdo, la cual da un sabor especial y espesa el caldo.

Por lo pronto ya tengo algunos quehaceres para darle más movimiento a mi quietud.

domingo, 2 de agosto de 2015

Fuego

Hoy en la madrugada fue el ritual de yagé. Tenía miedo de embadurnarme de mierda o vómito. Era un miedo más físico que emocional.

Andreita me invitó a renovar este nuevo ciclo de vida. Llegamos pasadas las 11 de la noche a la casa del Taita. Vive en una montaña del suroriente de Bogotá, cerca a un colegio distrital. Tocamos la puerta y alguien abrió, un salón nos recibió con varios chicos hablando de sus cosas, y un señor y un niño. Dispuse mis cobijas y a dormir un rato como me indicó Andreita. Asimismo ella me dijo como debía vomitar (colocarse en cuatro apoyando las manos y las rodillas en el suelo, con la boca sobre el recipiente),  y mantenerme despierta lo más que pudiera para vivir la realidad del yagé, sentirlo y no dejarme doblegar por el sueño.

Pensé que la toma era en un círculo pero cuando me tocó pasé sola donde el Taita a recibir mi poción mágica. El me preguntó mi nombre. Dije Alba. Me dijo, ¡qué nombre tan bonito!, y agregó que pensará bonito. Me miró con emoción y tranquilidad, y me dio mi posición. Me indicó que tratara de permanecer lo más despierta que pudiera sentada al lado del fuego o sino que me sentará en el suelo cerca de las cobijas.

Una vez al lado del fuego pasó bastante rato en el que esperaba ver luces psicodélicas. Me sentía normal mientras los demás se transformaban. Estaba Andreita, y cuatro jóvenes al lado del fuego. Un señor de 60 años enfermo de los riñones dormía cerca del altar del Taita, junto a un nieto, al otro extremo del fuego.

Miré el fuego con pensamientos bonitos. Pensé en el fuego como purificador, creatividad, pasión, amor, renovador, tranquilidad, arte y deseo. Al final le pedí que me diera amor para quererme, para resucitar de mis cenizas y tomar los pensamientos positivos como una nueva actitud de vida. Miraba sus luces rojas, amarillas y doradas mientras los carbones se consumían y cambiaban de posición en el fogón. Luego encontré figuras. Miré por horas el fuego. Por ahí unas dos. Sentía que nada me pasaba. Alcancé a pensar que era sobrenatural y que el yagé no me hacía efecto. Bostecé varias veces. El hambre y el sueño estaban que me doblegaban. Con ganas de vomitar pero no tenía que vomitar.

El Taita se sentó con nosotros al lado del fuego. Colocó música andina en el computador que se reproducía en dos potentes bafles. Cogió un cucharón metálico y sacó varios carbones ardiendo, los untó de una semilla de sándalo o de una planta con aroma dulce, que se extendió en una cortina de humo. Esa aroma me recordó las secciones hierbateras de las plazas de mercado de Paloquemao y de Las Nieves. El Taita pasó este humo por cada uno de los participantes mientras hablaba. Esto lo hizo dos veces mientras estuve despierta.

Los chicos vomitaban y yo nada. El Taita hacía mover los abundantes collares de semillas al ritmo de la música. Luego un chico lo acompañó con una maraca. Otro joven le pidió permiso al Taita para tocar la armónica. Y después alguien tocó la guitarra, una melodía maravillosa. Yo seguía con los ojos clavados en el fuego mientras los demás estaban doblados la cintura. Algunos temblaban. La música de la guitarra fue tan armónica y suave que en un momento me transformó en ave. Sentí que era un ave, y empecé a volar. Mi cuerpo hacía movimientos suaves y ondulantes. Fue un instante. Sentí que era un ave libre, como un águila. Fue maravilloso. De esto deduje que el movimiento corporal y la música son necesarios y soy libre.

Luego sobrevino el vómito y fui al suelo cerca a una caneca dispuesta para ello. Vomité la aromática que tomé con Nina, Angie y Caro bu, a las 8 de la noche. Me levanté trastabillando borracha, el cuerpo iba de un lado al otro. Me volví a sentar y seguí viendo figuritas en el fuego. Pero me dio miedo esa borrachera y me fui a dormir. Sentía una presión craneal suave.

Después Andreita me llamó para una segunda toma. Dije que no. Tenía miedo de no tener control de mi cuerpo. Y no tenía que vomitar. Realmente no dormí bien. Pensé en el trabajo. Y sentí frío en los pies. Al amanecer comimos fruta y una sopa. Todo terminó como a las 9 de la mañana. Pero el día de hoy sigo zombi. Andreita dice que eso se llama chumada. Estoy chumada. Quedé de volver e invitar a Caro bu. La sensación es de relajación extrema y tranquilidad absoluta.


sábado, 1 de agosto de 2015

Medias

31 de julio de 2015. Ayer fui a celebrar el cumpleaños de Alejita, con tan mala suerte que el almuerzo fue un desastre pero al final las sonrisas florecieron al recordar el día que tomamos brandi con Bibi, y planeamos viajar a Rio de Janerio, y ella comentó su viaje a isla Margarita. Menos mal las ilusiones nos reconfortan.

En la tarde me encontré con Amalfi. Me hacía falta su tono de voz y su ironía. Verla caminar rápido y con energía. Contenta porque tenía otros tennis maravillosos. Cada vez descubre zapatos más cómodos. Me acuerdo cuando se compró una maleta y tennis por Dafiti. Estaba orgullosa de su compra, sobre todo de los colores y el diseño. Siempre me cuenta algo de sus zapatos. Caminamos. Chupamos helado. Y luego nos metimos a ver chaquetas. Al final fueron las medias las que distrajeron a Amalfi. Comimos una rica pizza. Y nos sentimos cosmopolitas en un subterráneo.

A Amalfi, le encantan los colores. Le gustan los tonos suaves y combinados. Se sentía invadida por el mundo de las medias y colores. Creo que en ese momento se le olvido su cansancio. Levantada desde las tres de la mañana, estaba regia con tal de vernos y hablar un rato de la vida. Me regaló un dibujo. Fue bonita verla crear, y acordarme de la tienda los milagros. Me encantan los dibujos.

Así terminó julio. Y hoy inicia agosto con la historia de ayer. Con ganas de cambiar y renovar. Iré a cine en la tarde y luego al ritual. Espero que renazca de las cenizas.