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domingo, 17 de agosto de 2014

Ciclovía

Hoy salí a caminar con mis hermanos. Uno de ellos, Samuel, necesitaba comprar unos materiales para una asignatura de la universidad. Nos fuimos a pie al centro. Buscábamos la calle 19 con carrera 9 en Bogotá. Solo había unos cuantos locales abiertos. No hubo opción de comparar precios. Entonces incité a mi hermano a comprar en esa tienda. La vendedora tenía una cara imparcial. Le solicité rebaja y accedió al 10% del total de la compra, quedaba en 25 mil 300 pesos, y, volví a pedirle rebaja por los 300, entonces, ella accedió. Me gustó su cara redonda y adormilada, no se ofuscó por pedirle y pedirle rebaja como suele pasar con otros vendedores que hacen caras y caras y se les nota el mal genio. Luego de la compra fuimos al túnel, mi otro hermano, Fabian, quería saber si presentaban obras de teatro los de la ASAB. El celador, muy atento, dijo que, al finalizar del año, los estudiantes de cuarto año presentaban obras, que por el momento no hay. Este teatro queda en la avenida Jiménez entre la carrera séptima y octava con calle trece. Después fuimos por la séptima, un collar de shakiras llamó mi atención. Lo compré. Pasamos por el Tía, un almacén de vieja data a ver cuadernos, compramos dos. Seguimos por Bosi, unos zapatos, pero paila no llevaba dinero. Por último, unas granadillas con precio atractivo, solo cinco por mil me embelesaron el hambre acompañadas por unas galleticas de soda. Final de la ciclovía.

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